jueves, 20 de noviembre de 2025

Reflexión: El cuerpo de la mujer sigue siendo territorio político

No fue un gesto: fue un mensaje con 80 años de historia

 

Hay gestos que no deberían generar debate porque, en realidad, lo que hacen es mostrarnos sin maquillaje la verdad que preferimos no ver: cuando un individuo, tras una concentración de nostálgicos del franquismo, se lanza a manosear los senos de una mujer que se manifiesta en la calle, no estamos ante una simple agresión sexual, sino ante la actualización más cruda de una lógica de poder que viene de lejos, que atraviesa generaciones y que se alimenta de un imaginario que nunca terminó de morir con Franco. 
 
 
Fuente: Scandal.los

Porque sí: aunque algunos insistan en que el franquismo es pasado, su huella más persistente es la que dejó sobre los cuerpos, y muy especialmente sobre el cuerpo de las mujeres, ese cuerpo que el régimen convirtió en una herramienta al servicio del Estado, de la moral católica y de la autoridad masculina, reduciéndolo a un espacio vigilado, corregido, domesticado. Y lo más inquietante es que, tras cuarenta años de dictadura y otros tantos de democracia, esa sombra sigue latiendo en cada gesto que pretende colocar a la mujer de nuevo en su “sitio”, en ese espacio pequeño, sumiso y disponible que el franquismo diseñó para ella.

 

Las Niñas de hoy y las mujeres de mañana unidas 
sin distinción de clases en 
organizaciones juveniles de FET y de las JONS, 1939


El episodio del manoseo no es un desliz ni un exceso puntual de un exaltado o borracho (como se ha querido camuflar); es un recordatorio estructural de que, para ciertos sectores, el cuerpo de la mujer continúa siendo un territorio accesible, manipulable, apropiable, una forma de ejercer dominio y lanzar un mensaje brutal: “aquí mandamos nosotros, y tu cuerpo es mi campo de batalla”. Y lo es no solo porque te agredo, sino porque lo hago públicamente, con una mezcla de impunidad, arrogancia y desprecio que refleja de manera casi perfecta la pedagogía del poder que instauró el franquismo y que aún hoy no hemos desactivado del todo.
 

Y es precisamente aquí donde el arte se vuelve imprescindible. Porque, mientras la política institucional avanza a empujones y la justicia llega tarde o mal, el arte aparece como ese espacio donde el cuerpo femenino puede reclamar lo que durante tanto tiempo le fue arrebatado: la voz, el gesto, la presencia, la legitimidad de existir sin ser utilizado, tocado, humillado o reducido. El arte ha hecho algo que la legislatura no siempre ha conseguido: volver visible lo que culturalmente se quiere borrar, señalar con precisión quirúrgica cómo opera la violencia, desmontar las narrativas que infantilizan, culpabilizan o silencian a las mujeres.

 

Silueta Works in Mexico, Ana Mendieta 1973-77/1991


Desde la fotografía combativa de Colita hasta las acciones radicales de Esther Ferrer, pasando por las artistas contemporáneas que hoy ponen el cuerpo en el centro de la crítica, el arte ha construido un archivo colectivo que grita: “esto no es normal, no es anecdótico, no es inevitable”. Un archivo que nos obliga a mirar de frente la continuidad histórica entre la moral franquista, las violencias patriarcales contemporáneas y la manera en que se sigue disputando el control sobre los cuerpos en el espacio público.

 

Manifestación 1976. Archivo Colita Fotografía 2021

 

En un país donde aún se banalizan agresiones, donde se cuestiona la palabra de las mujeres, donde se blanquea el autoritarismo y donde se intenta reescribir la historia para que parezca menos asfixiante, necesitamos más que nunca el arte como herramienta política: no como decoración, sino como detonador; no como acompañamiento, sino como resistencia; no como entretenimiento, sino como un acto profundamente subversivo capaz de señalar, denunciar y, sobre todo, devolver dignidad allí donde otros intentan arrancarla.

Porque defender el cuerpo de las mujeres —el derecho a existir sin miedo, sin invasiones, sin manos ajenas reclamando un poder que no tienen— es defender el corazón mismo de la democracia. Y mientras haya quienes crean que pueden seguir utilizando ese cuerpo como arma o como territorio, tendremos que seguir mirando de frente, señalando sin miedo y construyendo una cultura que no tolere ni una sola de estas agresiones disfrazadas de tradición, fervor o “excesos” políticos.

 

Valie Export. Cine para tocar y palpar (Tapp-und-Tastkino), 1968  
 

El cuerpo femenino puede ser un campo de batalla: VALIE EXPORT lo convierte en un cine táctil que subvierte el voyeurismo y reclama poder, mientras que en la concentración franquista un hombre lo agrede para imponer dominio y humillación. En un caso hay resistencia y conciencia; en el otro, violencia y opresión. 

La misma anatomía puede liberar o someter, según quién la controle y con qué intención.

 

Lo que ocurrió en esa manifestación no es el final de nada; es el síntoma de todo. Y, precisamente por eso, no podemos dejar de nombrarlo, de analizarlo y de combatirlo, con palabras, con leyes, con memoria histórica y también con arte, ese arte que, cuando se atreve a decir la verdad, se convierte en la forma más luminosa de defensa colectiva.

 

Libertad Digital: “Dos activistas de Femen irrumpen a pecho descubierto … manoseo por parte de un hombre”. 

 

Fuentes: 

Solbes Borja, C. (2023). Espacios de sororidad en el campo artístico valenciano durante el franquismo. Asparkia: Investigación Feminista, 43, 181-195.

Arribas Roldán, V. (2019, 26 de julio). Cuerpo, acción y feminismos en la última década del franquismo. MUSAC / Plataforma de Arte Contemporáneo.

Mantecón Moreno, M. (2010). «Tú tampoco tienes nada»: arte feminista y de género en la España franquista y posfranquista. Anales de Historia del Arte, volumen extra, 155-167.

Guillén Martínez, I. (2025, 5 de julio). El arte feminista en la posguerra española. Meer. 

Mantecón Moreno, M. (s. f.). Genealogías feministas en el arte español: 1960-2010. Asociación Aragonesa de Críticos de Arte.

CRAI, Universitat de Barcelona. (s. f.). Las Niñas de hoy y las mujeres de mañana unidas sin distinción de clases en organizaciones juveniles de FET y de las JONS [Cartel digital]. Memòria Digital de Catalunya.

Colita Fotografía. (s. f.). Colita.  

ArteCom (Arte Feminista Español): página con recursos, artistas y análisis del arte feminista en España. “Arte feminista en España, collage, performance, género” etc. 

Redes Libertarias: artículo “Violencias machistas en las representaciones artísticas. Una nueva mirada”, con un enfoque muy pertinente para tu reflexión.

Mari Chordà — pionera del arte feminista y el pop feminista.

Eulàlia Grau — su serie Etnografías es muy relevante para criticar el machismo, el consumo y la representación del cuerpo femenino.

Esther Ferrer — performance, acción, cuerpo como medio expresivo. 

Valei Export — La grande. Icono y pionera

 

Ana Mendieta — Poco hablamos de ella.

 

 


 

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